6.05.2011

EL GÉNERO Y LA DESPOLITIZACIÓN DEL FEMINISMO

En los últimos años, desde determinadas instituciones internacionales (Banco
Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, agencias de Naciones Unidas,
entre otras) y desde algunas instituciones gubernamentales se ha extendido el término «género» como sinónimo de mujeres, de modo tal que a medida que adquiere mayor popularidad este término, con la misma rapidez e intensidad pierde
visibilidad el vocablo feminismo.
El problema surge cuando una categoría como la de género, acuñada como una
herramienta feminista con el objeto de visibilizar una estructura de dominación,
se intenta sustituir por el propio paradigma feminista del que forma parte. El problema surge cuando se sustituye el todo por la parte. Y esto, sin embargo, no es un error metodológico sino político, es más bien una cuestión de metonimia política,
pues la sustitución indiscriminada de feminismo por género produce efectos
no deseados para las mujeres porque despolitiza el feminismo al vaciarle de su
contenido crítico más profundo. Y la despolitización del feminismo debilita a las
mujeres como sujeto político colectivo con los consiguientes efectos de pérdida
de influencia política y de capacidad de transformación social. En este caso, el género se convierte en un eufemismo para invisibilizar un marco de interpretación
de la realidad que nos muestra la sociedad en clave de sistema de dominación.
Ésta no es una operación ideológica inocente, pues tiene la intencionalidad
de desvincular la historia de las luchas feministas de las acciones políticas actuales
impulsadas por mujeres. Se trata, pues, de una operación ampliamente repetida
en esta época marcada por las políticas neoliberales y patriarcales a escala
casi planetaria, que consiste en sustraer a los grupos oprimidos de su memoria
histórica. De esta forma, pierden al mismo tiempo eficacia y legitimidad política.
La globalización neoliberal intenta reprimir, con todas las armas ideológicas
a su alcance, que grandes sectores de población contemplen las sociedades en
clave de sistemas de dominio, pues si analizamos la desigualdad de género como
inscrita en un sistema de dominación patriarcal, con las mismas herramientas
conceptuales podemos contemplar la desigualdad económica como un sistema de
dominación económica capitalista. Y cuando significativos colectivos humanos
adquieren conciencia política crítica sobre las dominaciones de que son objeto
se están dando a sí mismos la posibilidad de destruirlos. En este sentido, el feminismo aporta un marco político de interpretación de la sociedad como dominación. Y la ideología neoliberal prefiere atribuir el desarrollo social a mecanismos de racionalidad no intencional y deposita en la economía capitalista los núcleos básicos de racionalidad que hacen posible el desarrollo de nuestras sociedades.
Para ello, es necesario borrar del mapa político el feminismo y otras
ideologías transformadoras de la sociedad. De esta forma, el neoliberalismo y el
patriarcado nos introducen en el reino de los eufemismos, sustituyendo, por ejemplo,
feminismo por género o igualdad por equidad.
Y esta desvinculación entre género y feminismo esconde la pérdida de nuestra
memoria histórica, una historia plena de opresión pero también de luchas políticas.
La memoria histórica es un instrumento necesario en la construcción de
una subjetividad política que tenga como finalidad la irracionalización del sistema
de dominio patriarcal. La pérdida de nuestro pasado nos introduce en el mundo
de la amnesia política, que es como decir que nos priva de la brújula para encontrar
los caminos de la estrategia política transformadora. El pasado proporciona
legitimidad a nuestras prácticas políticas, pues tal y como dice Amelia Valcárcel,
nos evita ser permanentemente las recién llegadas. Y no sólo eso, pues también
nos saca del mundo de la improvisación y nos introduce en el de la eficacia. Y es
que la memoria histórica feminista es una amenaza para la hegemonía masculina
porque rearma ideológicamente a las mujeres e introduce en la vida pública y
política un principio permanente de sospecha sobre la distribución de recursos y
la apropiación del poder por parte de los varones. La historia siempre da legitimidad
a quién tiene un pasado político tan bueno en términos morales y políticos
como lo tiene el feminismo. Y es que el feminismo es el movimiento social
de la modernidad que más ha ensanchado los derechos civiles, políticos y sociales
de la humanidad.

(Por Diana)

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Pensamientos feministas

"Escuchando la tierra...
Escuchando a la mujer que está tejiendo en su razai [frazada] mundos de sabiduría; creando nuevos significados, nuevas metáforas, manteniendo a las niñas abrigadas, haciendo visibles las profundidades de las viejas sabidurías.
Escuchando la canción del viento..."

La Corte de las Mujeres, Chiapas, Méx.
Vientos del sur: hacia un nuevo paradigma político (C. Kumar, 2008)