8.13.2011

El feminismo viene desde adentro: elementos para entender el feminismo indígena

Por Puebla Yakunah

(He visto mucha confusión en algunas compañeras activistas de izquierda, también feministas o lesbianas, acerca del feminismo indígena o lo que representa, por lo que he redactado el siguiente documento, para tratar de explicarlo un poco.)

¿Quién es feminista y quién puede otorgar el título?

Cuando una mujer es feminista no necesita ser una “gran y reconocida figura pública”, en el pueblo existen muchas mujeres que ejercen el feminismo aunque no lo llamen así y sea invisibilizado por el feminismo oficial y gubernamental. A dicho feminismo cotidiano, se le puede llamar “popular” y está más vivo que nunca, basta saber leerlo y descifrar  en la propia realidad circundante.

Es así, que los procesos de autoafirmación que vivimos las mujeres feministas son diferentes y heterogéneos. La forma en que una joven estudiante de clase media asume el feminismo  difiere a la de una académica, la forma en que una obrera asalariada asume el feminismo es distinta a la de una mujer proveniente de los estratos más altos.

En específico, el proceso que enfrentamos las mujeres feministas de los pueblos indígenas y originarios es distinto al de las mujeres urbanas y citadinas, ya que nosotras además de deconstruir el mundo patriarcal, afirmamos la identidad y cultura indígena no opresiva. Ponemos en tela de juicio tanto el machismo de los pueblos como el racismo de occidente.

Esto sin embargo, se complejiza porque al reivindicar nuestro derecho a la identidad indígena propia, las feministas capitalistas, aquellas que tienen un cargo en el gobierno, sus instituciones o que responden a una visión e ideología dominante, generalmente tratan de desvirtuar al feminismo indígena, considerándolo un feminismo menor. Olvidan que el verdadero feminismo no se limita a una “buena posición social” ni a todas  las barreras que esto implica.

Una buena feminista no depende del número de reconocimientos oficiales que puede coleccionar (por demás, complacientes de cánones y regímenes patriarcales impuestos), tampoco de los medios masivos en los que una puede aparecer, como generalmente sucede desde el feminismo oficialista, urbano y aburguesado.

"Liberando al feminismo"

La lucha de las mujeres indígenas  representa realmente el feminismo original, el feminismo antiguo, y es la adecuada herramienta de lucha para la defensa de las mujeres de los  pueblos indígenas y campesinos de nuestro país, que apela a la sujetuidad sexo-política de las mismas.

El feminismo en general, debe comprender que el feminismo indígena o "rural" que reivindican las mujeres con viva herencia agrícola e indígena, es tan legítimo como  el feminismo occidental, así como el derecho que tienen como pueblos acerca de sus territorios, etnias e identidad propia. Solo basta acercarse un poco al feminismo indígena y sus varias organizaciones, para comprenderlo, y sin prejuicios.

El olvido continuo de las mujeres indígenas y su feminismo

Continuar relegando, excluyendo y olvidando el feminismo indígena de las propuestas  y programas "feministas", hecho lamentablemente generalizado, insinuando y sugiriendo que no hay mujeres feministas indígenas, tan solo dificulta la visibilidad de las mujeres indígenas y retrasa la verdadera lucha revolucionaria feminista,  a la que se supone aspiramos las feministas.

Aquel "feminismo" capitalista y dominante, que oculta la verdadera voz guerrera y demandante de la mujer indígena, que falta a la  solidaridad y en cambio, alimenta la victimización de la mujer indígena por medio de discursos negadores de la sujetuidad indígena feminista, es tan  condenable como el fascismo gubernamental, ya que  utiliza una imagen  y  discurso progresista, y en los hechos es todo lo contrario: niega la justicia y el respeto real para la mujer indígena, y además campesina.

El verdadero feminismo viene desde adentro

El verdadero feminismo viene desde adentro, desde el interior y el corazón de cada mujer, que  se refleja en su actuar personal, social y su accionar político. Pues a pesar de las cadenas y condicionantes materiales, la conciencia nunca podrá ser atada.

El verdadero feminismo viene de la autoreflexión y el autoconocimiento tanto individual como social, feminismo también es conciencia social, conciencia proletaria. Todas las mujeres lo pueden ejercer incluso a un alto grado, niñas, ancianas, amas de casa, obreras, reclusas, y las analfabetas teniendo una actitud rebelde ante la subordinación, tanto las no indígenas como las indígenas. 

Aún más, las mujeres "de abajo" y proletarias, es decir, las explotadas y de estratos sociales olvidados, tienen la capacidad más desarrollada de ejercer a un alto grado el feminismo, ante la suma, fuerte y constante violencia de la que son objeto.

El Feminismo indígena como potencial transformador

Es así, que las mujeres feministas de los pueblos indígenas y campesinos, que reivindicamos justicia y plenas garantías para las mujeres y participamos de la resistencia autonómica y agraria de los pueblos, integramos actualmente los dos elementos para el trabajo de autoafirmación y transformación social, tanto el aspecto feminista como el social y cultural.

Para nosotras, el feminismo indígena nace del corazón propio y es potencialmente transformador, es al mismo tiempo el corazón de todas las mujeres de los pueblos,  surge del vernos reflejadas en las demás, del vernos humilladas, maltratadas, abusadas, violentadas, traicionadas y olvidadas por generaciones, pero también rebeldes: 

a)      Cuestionamos los antivalores patriarcales enquistados en la propia cultura y la familia: la minusvaloración de la mujer, el silenciamiento, la no defensa y el autoabandono, la pasividad, el servicio incondicional, la heterosexualidad obligatoria, la feminidad coercitiva y la cosificación sexual de las mujeres, la injusticia para las mujeres pobres, aunando la transformación de las relaciones cotidianas y comunitarias de desigualdad, y nuestra organización.

b)     Nos sabemos y asumimos parte de un grupo oprimido culturalmente, amenazado por no subordinarse a los antivalores occidentales y capitalistas: la venta de la vida, la destrucción de la Tierra, la urbanización, la competencia, el lucro, la tecnología ecocida, el individualismo, el pensamiento único, la avaricia, la superioridad y la guerra, la injusticia para los pueblos no occidentales. Alentando la propuesta de relacionarnos de una manera sana y respetuosa para con nosotras mismas, la Tierra, la naturaleza, la vida y los demás seres vivos, y practicando la agricultura de  manera consecuente.

Trabajo psicoespiritual en el feminismo indígena

El cómo superar el dolor y la violencia, cómo transformarlo en fuerza para luchar, es parte del trabajo  personal y colectivo psico-espiritual a la par de la lucha política, ya que no hay sanación sin lucha de transformación y viceversa, trabajo  introspectivo, anímico y ético en concordancia con las propias condiciones de existencia y no desligado de ello.

Conclusiones

El feminismo indígena en general es la propia voz, ante un sistema que constantemente silencia e invisibiliza a la mujer heterosexual y lesbiana indígena, por ser culturalmente diferente. Es el cuestionamiento y la transformación de las relaciones patriarcales en la familia, la comunidad, la sociedad y en relación con las feministas capitalistas.

Es la reconstrucción del feminismo antiguo, de manera que nos sea adecuado en la actualidad, parte de la propia cosmovisión, tiene sus propios  posicionamientos y acoge sus adecuadas demandas, por lo que es diferente al feminismo urbanocentrista y capitalista.

El feminismo indígena resurge como la continuación de nuestras, no pocas ancestras indígenas y campesinas, que al igual que asumieron la lucha por su dignidad de mujeres dentro de los pueblos, también defendieron su cultura.

Nuestro feminismo es la convicción y la sabiduría de que transformar la realidad de las mujeres en general, pasa por abolir la esclavitud injusta de la mujer indígena en particular.

Es la validación y la potencialización de la mujer indígena con todas sus particularidades, es la integración del feminismo mexicano, de los pueblos originarios y la unidad de las mujeres indígenas y proletarias de nuestro país. Un feminismo comprometido, que trata de ser congruente al máximo, que es autocrítico y crítico.

8.02.2011

Pronunciamiento contra violencia de Arturo Noyola

México, D.F. 01 de agosto del 2011

A la comunidad estudiantil y académica de la
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional Autónoma de México:

Pronunciamiento público

Quienes suscribimos esta carta nos pronunciamos en contra toda manifestación de violencia dentro de nuestros espacios universitarios; asimismo, nos solidarizamos con los y las estudiantes que se atrevieron a denunciar las numerosas agresiones, acoso académico y/o violencia, que el catedrático Arturo Noyola Robles ha ejercido durante su larga trayectoria como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Consideramos que es necesario proteger a las y los estudiantes de la posibilidad de futuros ataques del agresor, a través de la visibilización de su conducta. Lo anterior, dado que sus actos violentos se han mantenido, hasta el día de hoy, en el silencio debido al miedo generado por el catedrático ante quienes sufrieron agresiones. En este sentido, apelamos a la solidaridad de estudiantes, profesores y trabajadores, para construir espacios universitarios libres de violencia hacia las mujeres en nuestra Facultad, que es cuna del humanismo en la universidad.
El pasado 24 de junio una pasante de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM leyó, durante la sesión del Consejo Técnico de la Facultad, una carta en la que denuncia al licenciado Arturo Noyola Robles, profesor de la asignatura de Literatura Mexicana del siglo XIX e investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, IIB. La misiva da cuenta del abuso de poder que ha ejercido el profesor Noyola al interferir en el proceso de titulación de la denunciante, quien ha sido víctima de un evidente acoso académico. Tal uso de poder es únicamente la punta del iceberg que muestra una pequeña parte de lo que la compañera ha sufrido por parte del licenciado Noyola, y que también se relata en la carta,: la estudiante mantuvo una relación de noviazgo en la que sufrió golpes, insultos y amenazas. El caso de esta compañera es únicamente uno de muchos otros casos de la violencia que ha ejercido el licenciado Noyola contra otras mujeres.
Tenemos conocimiento de que el profesor Arturo Noyola Robles ha tenido la misma conducta agresiva por lo menos con otras cinco compañeras, ALUMNAS de la Facultad. Recientemente, golpeó a otra alumna con la que tenía una relación de noviazgo. Asimismo, hemos tenido comunicación con algunas de las mujeres que han sufrido la violencia del licenciado Arturo Noyola Robles y sabemos que ha mantenido esta conducta a lo largo de los años, sin que hasta ahora ninguna de las agredidas se atreviera a denunciar y sin que, en consecuencia, se tomen acciones pertinentes contra este profesor que se comporta como un depredador, al acecho de jóvenes, amparado en la invisibilidad de la violencia de género en los espacios universitarios.
El profesor Noyola se respalda en su figura de académico para ofender, insultar, agredir y amenzar a las estudiantes, e incluso a compañeros de la Facultad, aquí cabe mencionar que dos de ellos también presentaron una queja y leyeron sus cartas dentro de la sesión del Consejo Técnico antes mencionada.
Dado lo anterior, creemos que no se trata de un asunto personal o de un incidente aislado, que únicamente incumbe a las personas afectadas, se trata de un problema colectivo que atañe a toda la comunidad estudiantil, así como a las autoridades y académicos de la UNAM y a la sociedad en su conjunto. Vemos con preocupación la actitud de las autoridades ante las cuales se ha presentado el caso, como la Directora de la Facultad, Dra. Gloria Villegas Moreno o la coordinadora del Colegio de Letras Hispánicas, Dra. Marcela Palma Basualdo, de hacer caso omiso de la violencia ejercida contra la comunidad universitaria y, por lo tanto, de justificar la conducta del profesor al considerarla como parte de un ‘asunto personal’ y no contemplar que, por ética, una persona como el Lic. Arturo Noyola no debiera estar a cargo de la formación de estudiantes. Consideramos que la formación académica trasciende las aulas y que, por tanto, quienes están a cargo de esta labor deben mostrar un espíritu humanista, conducirse bajo actitudes y valores que permitan a los y las alumnas construir conocimiento bajo un clima relacional que garantice su seguridad y ser conscientes de la responsabilidad que implica el que sus acciones, tanto públicas como privadas, influye y afecta a muchas personas.
No podemos permitir que una persona que abusa de su poder como académico para, entre otras cosas, establecer reiteradas relaciones con las alumnas y posteriormente descargar su violencia contra ellas, continúe ejerciendo algún tipo de labor educativa dentro de nuestras aulas, ni dentro de cualquier recinto educativo de la UNAM. No podemos permitir que nuestra Universidad se convierta en un lugar que tolere este tipo de conductas violentas que afectan tanto a alumnas como a alumnos.
Ante la gravedad de los hechos y considerando que este profesor ha actuado sin ninguna ética, mínimamente requerida en cualquier académico de nuestra Máxima Casa de Estudios, la/os abajo firmantes exigimos la expulsión definitiva del licenciado Arturo Noyola Robles, tanto de la Facultad de Filosofía y Letras, así como del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, entidades a las que está adscrito dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México.

¡POR LA DIGNIDAD Y JUSTICIA UNIVERSITARIA!
¡POR EL CASTIGO A LA VIOLENCIA FÍSICA Y MORAL CONTRA LAS MUJERES!!
¡POR ESPACIOS UNIVERSITARIOS LIBRES DE VIOLENCIA!
¡PORQUE LO PERSONAL ES POLÍTICO!
¡FUERA LOS AGRESORES SEXUALES DE LA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS!
¡POR UNA UNAM LIBRE DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!
Estudiantes y profesoras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Colectivas feministas: No están solas; Alisomos todas; Grupo Interdisciplinario Feminista.
Estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Estudiantes y profesoras de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

C.c.p. Dr. José Narro Robles.- Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
C.c.p. Dra. Guadalupe Curiel Defossé.- Directora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas.
C.c.p. Dra. Gloria Villegas Moreno.- Directora de la Facultad de Filosofía y Letras.
C.c.p. Lic. Leoncio Lara Sáenz.- Defensor de los Derechos Universitarios.
C.c.p. Héctor Felipe Fix Fierro.- Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
C.c.p. Tribunal Universitario y Comisión de Honor de la UNAM.
C.c.p. Marcela Palma Basualdo.- Coordinadora del Colegio de Letras Hispánicas.
C.c.p. Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
C.c.p. Comisión Nacional de Derechos Humanos.

ADHERENTES ‘POR UNA UNAM LIBRE DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES’

6.05.2011

EL GÉNERO Y LA DESPOLITIZACIÓN DEL FEMINISMO

En los últimos años, desde determinadas instituciones internacionales (Banco
Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, agencias de Naciones Unidas,
entre otras) y desde algunas instituciones gubernamentales se ha extendido el término «género» como sinónimo de mujeres, de modo tal que a medida que adquiere mayor popularidad este término, con la misma rapidez e intensidad pierde
visibilidad el vocablo feminismo.
El problema surge cuando una categoría como la de género, acuñada como una
herramienta feminista con el objeto de visibilizar una estructura de dominación,
se intenta sustituir por el propio paradigma feminista del que forma parte. El problema surge cuando se sustituye el todo por la parte. Y esto, sin embargo, no es un error metodológico sino político, es más bien una cuestión de metonimia política,
pues la sustitución indiscriminada de feminismo por género produce efectos
no deseados para las mujeres porque despolitiza el feminismo al vaciarle de su
contenido crítico más profundo. Y la despolitización del feminismo debilita a las
mujeres como sujeto político colectivo con los consiguientes efectos de pérdida
de influencia política y de capacidad de transformación social. En este caso, el género se convierte en un eufemismo para invisibilizar un marco de interpretación
de la realidad que nos muestra la sociedad en clave de sistema de dominación.
Ésta no es una operación ideológica inocente, pues tiene la intencionalidad
de desvincular la historia de las luchas feministas de las acciones políticas actuales
impulsadas por mujeres. Se trata, pues, de una operación ampliamente repetida
en esta época marcada por las políticas neoliberales y patriarcales a escala
casi planetaria, que consiste en sustraer a los grupos oprimidos de su memoria
histórica. De esta forma, pierden al mismo tiempo eficacia y legitimidad política.
La globalización neoliberal intenta reprimir, con todas las armas ideológicas
a su alcance, que grandes sectores de población contemplen las sociedades en
clave de sistemas de dominio, pues si analizamos la desigualdad de género como
inscrita en un sistema de dominación patriarcal, con las mismas herramientas
conceptuales podemos contemplar la desigualdad económica como un sistema de
dominación económica capitalista. Y cuando significativos colectivos humanos
adquieren conciencia política crítica sobre las dominaciones de que son objeto
se están dando a sí mismos la posibilidad de destruirlos. En este sentido, el feminismo aporta un marco político de interpretación de la sociedad como dominación. Y la ideología neoliberal prefiere atribuir el desarrollo social a mecanismos de racionalidad no intencional y deposita en la economía capitalista los núcleos básicos de racionalidad que hacen posible el desarrollo de nuestras sociedades.
Para ello, es necesario borrar del mapa político el feminismo y otras
ideologías transformadoras de la sociedad. De esta forma, el neoliberalismo y el
patriarcado nos introducen en el reino de los eufemismos, sustituyendo, por ejemplo,
feminismo por género o igualdad por equidad.
Y esta desvinculación entre género y feminismo esconde la pérdida de nuestra
memoria histórica, una historia plena de opresión pero también de luchas políticas.
La memoria histórica es un instrumento necesario en la construcción de
una subjetividad política que tenga como finalidad la irracionalización del sistema
de dominio patriarcal. La pérdida de nuestro pasado nos introduce en el mundo
de la amnesia política, que es como decir que nos priva de la brújula para encontrar
los caminos de la estrategia política transformadora. El pasado proporciona
legitimidad a nuestras prácticas políticas, pues tal y como dice Amelia Valcárcel,
nos evita ser permanentemente las recién llegadas. Y no sólo eso, pues también
nos saca del mundo de la improvisación y nos introduce en el de la eficacia. Y es
que la memoria histórica feminista es una amenaza para la hegemonía masculina
porque rearma ideológicamente a las mujeres e introduce en la vida pública y
política un principio permanente de sospecha sobre la distribución de recursos y
la apropiación del poder por parte de los varones. La historia siempre da legitimidad
a quién tiene un pasado político tan bueno en términos morales y políticos
como lo tiene el feminismo. Y es que el feminismo es el movimiento social
de la modernidad que más ha ensanchado los derechos civiles, políticos y sociales
de la humanidad.

(Por Diana)

4.22.2011

A 40 AÑOS DEL PRIMER CUESTIONAMIENTO DE LA MATERNIDAD POR LAS FEMINISTAS EN MÉXICO, por Francesca Gargallo

Repasar la historia del feminismo es siempre un hecho muy grato. En tiempos de estudios de género y de evaluaciones de proyectos, recordar cómo las mujeres hemos sido capaces de organizarnos de forma espontánea para dotarnos de nuestros métodos y fines, sin obedecer a ningún criterio externo, para lograr nuestra liberación y romper con un sistema global y totalitario de control sobre nuestros cuerpos -su libertad de movimiento y sus derechos al placer- y sobre las elecciones que tomamos al respecto, nos ofrece una bocanada de aire fresco. Y quizá nos vuelva a inspirar…

El 9 de mayo de 1971, hace 40 años, cuando yo tenía 14, me reunía con mis amigas a la salida de la escuela y vivía lejos del México de la represión de los estudiantes y trabajadores críticos, cuando los socialistas gobernaban en Chile y los rusos habían invadido Checoslovaquia, cuando Rossana Rossanda escribía en Il Manifesto denunciando el machismo de la política y sus horarios masculinos (también los de los dirigentes del movimiento estudiantil de 1968), cuando Angola y Mozambique luchaban contra el colonialismo portugués, cuando en las universidades y las escuelas se pensaba en la educación de masa y se actuaba la autogestión en el diseño de los propios planes de estudio y cuando surgían grupos feministas de un nuevo tipo, que desechaban la idea de emancipación e igualdad con el hombre, para decirle al mundo que entre mujeres podían volver a nombrar la realidad en femenino y actuar en consecuencia (para darnos una idea, grupos como el muy politizado Mujeres en Acción Solidaria, de México), pues el 9 de mayo de 1971 sucedió algo espectacular.

Quinientas mujeres que se nombraban feministas, que tenían entre 17 y 45 años, que habían actuado en sus casas, en sus lugares de trabajo, en sus estudios, en sus relaciones amorosas, para lograr que sus amigos y sus enemigos no se rieran de ellas cuando hablaban de la liberación de las mujeres, cuando cambiaban las llantas ponchadas de sus autos, cuando construían con serrucho y martillo sus libreros, cuando aprendían a conducir las motos, cuando hablaban en femenino, cuando se enojaban por los piropos callejeros y las miradas lascivas de los hombres que las querían devolver a las casas donde maltratarlas sin ser juzgados y cuando denunciaban la violación como un acto de odio y la maternidad como una imposición social que no tiene nada de natural… quinientas mujeres se dirigieron a las 12 del día al parque Sullivan de la Ciudad de México, en cuyo frente campea una pesada estatua art déco conocida como el Monumento a la Madre.

Y ahí se manifestaron, un día antes del día inventado por el periódico Excélsior y la tienda departamental Palacio de Hierro como Día de la Madre (inventado para contrarrestar el avance de las mujeres que cuatro décadas antes manifestaban su sufragismo post revolucionario, pues durante el gobierno de Cárdenas, muchas de las feministas de principios del siglo XX creyeron sinceramente que obtendrían ese derecho al voto activo y pasivo que la Asamblea Constituyente de 1917 les había negado con el pretexto que la política no era de interés para las mujeres, a pesar de su masiva participación en el proceso revolucionario).
Un día antes de ese día que desquicia las calles, las tiendas y los restaurantes de México, quinientas feministas dijeron que la maternidad no es natural, que es una opción en la vida de las mujeres, y reivindicaron su derecho al aborto libre y gratuito en caso de quedar embarazadas contra su voluntad.

Han pasado 40 años desde ese día memorable en que las feministas mexicanas empezaron a deshacer el mito de la mamacita que nos quiso antes de conocernos (como si fuera posible querer a alguien que no se conoce). Y con eso reivindicar que las mujeres somos y podemos ser muchas cosas más que madres.

En el resto del mundo, el feminismo se manifestaba masivamente en las calles de París, Roma, San Francisco, Berlín, Nueva York. Lo intentaba también en Santiago, Buenos Aires y Bogotá, pero en América Latina, eran increpadas por sus “compañeros”, hombres revolucionarios que las acusaban de querer romper la unidad del pueblo en su lucha contra el capitalismo por reivindicaciones pequeñoburguesas. Los curas católicos por primeras vez se hicieron eco de las condenas de los comunistas. Y los secundaron médicos, legistas, padres, maridos y otras alimañas.

Pero las mujeres, tercas como indios, jugándose la vida en un acto como ellos, a sabiendas que no tenían más chance que ese, se encogieron de hombros ante sus reclamos, y se reunieron entre sí, nombraron el mundo en diálogo entre mujeres, fundaron revistas, invadieron las universidades. En pocas palabras, hicieron de su autonomía de los partidos, de las iglesias y los estados, la forma de rebelarse al status quo misógino del patriarcado en el que estaban (y están) inmersas. Se lanzaron al mundo generando desde el seno de su movimiento ideas y modos que no eran sujetos a los criterios establecidos desde fuera de su estar entre mujeres.

En unos años de algarabía y propuestas múltiples, su rebelión alcanzó lo cotidiano y se volvió parte del modo de vivir de una entera generación de mujeres. Entonces el estado, garante de los derechos de los privilegiados, ya no la pudo impedir y, en vez de reprimirlas, intentó gobernarlas.

En México, lo hizo antes que en otros lados. En 1975 el estado mexicano, ese estado priista que durante 70 años tapó las más brutales represiones con un discurso sui generis que apelaba a los valores revolucionarios para no permitir la manifestación de nada que le fuera extraño, clamó por la ayuda nada menos que de la Organización de las Naciones Unidas y con ella se hizo cargo de las primeras jornadas mundiales sobre los derechos de las mujeres, para mediatizarlas.

Muchas feministas se manifestaron en el escenario que levantó la ONU en México para dar inicio a la primera Década de la Mujer. Por primera vez una lesbiana, la poeta Nancy Cárdenas, se hizo portavoz del derecho a una sexualidad no determinada por la relación con un hombre para las mujeres; las mujeres trabajadoras de los sectores populares no reconocidos se hicieron presentes en la voz de Domitila Chungara; antropólogas, médicas, amas de casa manifestaron su malestar ante el acoso cotidiano de un sistema que las discriminaba en masa, sin distinciones.

De inmediato, el estado mexicano respondió concediendo a las mujeres mexicanas el derecho a pasar su nacionalidad a las hijas e hijos, aunque los tuvieran con un padre extranjero y fuera de las fronteras nacionales. Nada mal, considerando que un derecho parecido las italianas y las francesas lo lograrían más de una década después y las suizas no lo tienen aún hoy en día. Pero poca cosa considerando el reclamo de las feministas a una vida digna; y, sobre todo, cosa peligrosa porque instaló la práctica que los gobiernos pueden conceder a las mujeres algo a cambio de regular sus demandas y reconducir sus movimientos a la gobernabilidad.

Quince años después, el movimiento feminista mexicano no existía más. En su lugar, las feministas se habían dispersado en un sinnúmero de Organismos No Gubernamentales, asociaciones, grupos de servicios, escuelas, organizaciones sociales y otras instituciones de y para las mujeres que recibían dinero a cambio de implementar políticas sociales que servían al estado para reconducir a las mujeres a los objetivos del estado.

Claro está, que esto implicó que el estado hiciera concesiones, que ofreciera equidad entre los sexos, perdón entre los géneros (se me olvidaba, para reconducir a la razón a las mujeres el sistema fue muy hábil: así como logró que el lenguaje político desterrara la terminología que remitía a la lucha de clases apelando al concepto gramsciano de sociedad civil, hizo que el lenguaje feminista dejara de hablar de los antagonismos entre mujeres y hombres y recondujera a las mujeres a la relación con el hombre, relación social, por lo demás, generalizando la categoría feminista de “géneros” -gender, en inglés- que de hecho las volvía a invisibilizar). En fin, que el estado pusiera a las mujeres a trabajar para autojustificarse o autoinculparse de sus males.

Mientras… Bueno, en los últimos 24 años en México han sido asesinadas por mano de hombres 36.000 mujeres, pero si las feministas nos atrevemos a denunciar el feminicidio generalizado e impune que esto significa, los medios de comunicación masiva y los politólogos y los especialistas por ellos invitados a opinar sobre nosotras, nos responden que tal cosa no existe, que las mujeres mueren en menor cantidad que los hombres en el clima de violencia en que estamos todos sumergidos.

Hoy en día, dado el retroceso que las mujeres experimentamos en nuestra buena vida y que se evidencia en la trata masiva de jóvenes y niñas para la prostitución forzada, en la impunidad con que la justicia confronta la violencia y los asesinatos de las mujeres, el hecho que la derecha se venga sobre nuestro derecho a tomar decisiones soberanas sobre nuestros cuerpos y castiga la obtención del aborto legal en la Ciudad de México condenando a las mujeres fértiles de 17 estados a llevar a cabo un gestación aún en casos de violación, riesgos para la salud e incompatibilidad con el propio proyecto de vida, hoy en día siento el despertar de un nuevo feminismo autónomo.

Jovencitas y viejas activistas que se negaron al contubernio con la gubernabilidad del “género femenino”, están volviendo al diálogo entre mujeres. Les vale un bledo que en Chile las académicas hablen de “feminismo sin mujeres” y que las financiadoras presionen para que en los encuentros feministas las y los trangéneros sean considerados del “género femenino”. Ellas vuelven a sus cuerpos, los escuchan, reconocen su historia en ellos. Las que aman sus menstruaciones y las que las detestan intercambian sus sentires, intercambian sus conocimientos acerca de la fabricación de toallas de tela no desechables, dialogan acerca de la medicalización forzada de sus ciclos vitales.

Los pequeños grupos de feministas, muchas de ellas de la periferia de las grandes ciudades, hijas de la migración del campo o desempleadas fabriles, y también universitarias que quieren expresarse contra la lógica que pretende que los estudios son una especie de carrera para cumplir con cuotas de egreso y no la posibilidad de construir y adueñarse del propio saber, todas ellas manifiestan su molestia antes las carísimas reuniones que las especialistas de género realizan en los grandes hoteles de las ciudades capitales o turísticas. Se reúnen en una sala, reacomodan un garaje, se hacen de una cafetería solidaria y, sobre todo, se niegan a comprar su comida sólo en lugares donde puedan emitirles una nota fiscal: le compran a la señora de al lado, buscan las cooperativas agrícolas femeninas para tener acceso a productos ecológicos y baratos. Ante el recorte de sus tiempos que ha implicado el trabajo en las condiciones impuestas por el neoliberalismo, dialogan por internet y planean sus reuniones como un día de fiesta.

En Chihuahua, las madres de las mujeres asesinadas junto con feministas que reivindican el derecho a una vida libre de violencia como primer paso para una liberación de nuestros cuerpos en el espacio público y privado, se enfrentan al estado, le reclaman derechos y acciones, a la vez que se juntan y reconfiguran sus modos propios de ser mujeres. Así, en todo el país, y a pesar del baño de sangre en que está sumergido, las mujeres de los más diversos grupos vitales empiezan a ver en las políticas sociales que el sistema dominante les ofrece como limosna algo que no les gusta; eso es, empiezan a ver las políticas sociales como lo que son: un mecanismo sustancial de la modalidad renovada de dominación mundial del capital transnacional, donde gobiernos, Banco Mundial, ONU, alianzas militares internacionales, Fondo Monetario Internacional, ONGs y organizaciones que promueven las políticas sociales están coludidos de una forma u otra para gobernarlas.

Hoy las mujeres vuelven los ojos a lo obvio: no somos una masa indefinida, no tenemos derechos por nosotras mismas, no somos todas iguales y los privilegios de los hombres y de todo aquello que se asocia con la masculinidad no han sido tocados. El surgimiento de diversas formas de feminismos autónomos entre las jóvenes de las barriadas urbanas y de los pueblos indígenas habla muy bien de la insumisión de las mujeres.

Por supuesto, la pertenencia a un pueblo o a una nación originaria es condición para la acción feminista tanto como lo es la pertenencia a cualquier estado nacional. Las mujeres no inician un proceso de lucha por sus derechos, reivindicando su cuerpo, su imaginario, su espacio y sus tiempos en la revisión total de la política porque son francesas o mixes, mexicanas o mapuches, suecas o zapotecas, sino porque un sistema que otorga privilegios a los hombres, y a lo que considera proprio de ellos, las oprime. La acción feminista es una confrontación con la misoginia, la negación y la violencia contra el espacio vital de las mujeres, que emprendemos cada vez que nos reconocemos en el espejo una de la otra y dialogamos entre nosotras.

En otras palabras, a 40 años de ese histórico 9 de mayo de 1971, cuando 500 mujeres se dirigieron al Monumento a la Madre en la Ciudad de México reclamando el derecho a una maternidad libre y voluntaria, el feminismo sigue siendo una acción del entre-mujeres ahí donde el entre-mujeres es mal visto, menospreciado, impedido, es objeto de burla o de represión. El feminismo hoy como hace 40 años es un acto de rebeldía al status quo que da pie a teorizaciones y a muchas prácticas.

Las mujeres occidentales trabajando por sí mismas en colectivo han impulsado esos cambios sobre sus derechos al estudio, el trabajo, la participación política que hoy los estados occidentales intentan adjudicarse y, al hacerlo, mediatizar o cooptar. Pensar que el mundo occidental, el capitalismo, el cristianismo (o la laicidad construida sobre sus parámetros), son más favorables a las mujeres que la vida comunitaria en la reivindicación de su reconocimiento es una falacia, implica negar la movilización feminista y constituye la marca de un pensamiento colonizado o de un afán colonizador.

Algunas cosas que puedes agradecerles a una feminista, por Maya Cu

Si eres mujer y puedes votar, agradécelo a una feminista.

Si recibes igual salario al de un hombre por hacer el mismo trabajo,
agradécelo a una feminista.

Si fuiste a la universidad en lugar de que se esperara que dejaras los
estudios después del bachillerato para que tus hermanos pudieran estudiar
pues "tú de todos modos simplemente vas a casarte", agradécelo a una
feminista.

Si puedes solicitar cualquier empleo, no sólo un "trabajo para mujeres",
agradécelo a una feminista.

Si puedes recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin
ir a la cárcel por ello, agradécelo a una feminista.

Si es mujer tu médica, abogada, pastora, jueza o legisladora, agradécelo a
una feminista.

Si practicas un deporte profesional, agradécelo a una feminista.

Si puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o sacada del
pueblo, agradécelo a una feminista.

Si a tu jefe le está prohibido presionarte a que te acuestes con él,
agradécelo a una feminista.

Si eres violada pero el juicio no se trata sobre el largo de tu vestido o
tus novios anteriores, agradécelo a una feminista.

Si inicias un pequeño negocio y puedes obtener un préstamo usando sólo tu
nombre y tus antecedentes de crédito, agradécelo a una feminista.

Si estás bajo juicio y se te permite testificar en tu propia defensa,
agradécelo a una feminista.

Si posees propiedad que es únicamente tuya, agradécelo a una feminista.

Si tienes derecho a tu propio salario aun si estás casada o hay un hombre en
tu familia, agradécelo a una feminista.

Si obtienes la custodia de tus hijas e hijos tras un divorcio o una
separación, agradécelo a una feminista.

Si votaste por quien creíste mejor, sin que nadie te dijera por quién,
agradécelo a una feminista.

Si tienes voz en cómo criar y cuidar a tus hijas e hijos en lugar de que les
controle completamente tu esposo o su padre, agradécelo a una feminista.

Si tu marido te golpea y esto es ilegal y la policía lo detiene en vez de
sermonearte sobre cómo ser una mejor esposa, agradécelo a una feminista.

Si se te otorga un título después de ir a la universidad, agradécelo a una
feminista.

Si puedes amamantar a tu bebé discretamente en un lugar público y no ser
arrestada por ello, agradécelo a una feminista.

Si te casas y tus derechos humanos civiles no desaparecen dentro de los
derechos de tu esposo, agradécelo a una feminista.

Si tienes el derecho a rehusar tener relaciones sexuales con tu esposo,
agradécelo a una feminista.

Si tienes derecho a que tus registros médicos confidenciales no sean
divulgados a los hombres de tu familia, agradécelo a una feminista.

Si tienes derecho a leer los libros que desees, agradécelo a una feminista.

Si puedes testificar en la corte sobre crímenes o daños que tu esposo haya
cometido, agradécelo a una feminista.

Si puedes escoger ser madre o no cuando tú quieras y no según los dictados
de un esposo o un violador, agradécelo a una feminista.

Si puedes esperar vivir hasta los 80 años [o más] en vez de morir entre los
20 y 30 a causa de embarazos ilimitados, agradécelo a una feminista.

Si puedes verte como una humana adulta plena, y no como una menor de edad
que necesita ser controlada por un hombre, agradécelo a una feminista.

4.16.2011

Lanzan campaña nacional para tipificar feminicidio

Buscan activistas incidir en reformas penales en los estados


Por Guadalupe Cruz Jaimes y Anayeli García Martínez

México, DF, 12 abr 11 (CIMAC).- Con la finalidad de impulsar una reforma integral a los Códigos Penales de los estados y de procedimientos penales para tipificar el feminicidio como delito, esta mañana se presentó en conferencia de prensa, la “Campaña Nacional por la Tipificación del Feminicidio que México Necesita”.

Impulsada por la Comisión Especial del Feminicidio de la Cámara de Diputados, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) entre otras ONG, la campaña pretende evitar reformas “fast track” como ocurrió en el Estado de México.

En esa entidad la iniciativa para tipificar el feminicidio se aprobó “al vapor” con el propósito de simular acciones en contra de los homicidios de mujeres, sin discutir la problemática con detenimiento, para poder acreditar el delito y “dar justiciabilidad a las mujeres asesinadas”, dijo Patricia Bedolla, de la Academia Morelense de Derechos Humanos.

Cabe recordar que tras la aprobación en el congreso estatal, las organizaciones solicitaron al gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, vetar la reforma pero no lo hizo, y por el contrario ordenó su publicación en la Gaceta del Gobierno del estado, por lo cual, ahora exigirán a los candidatos a la gubernatura de la entidad que incluyan en su agenda la derogación de esa reforma.

Las integrantes de la campaña informaron que enviaron cartas a gobernadores, Congresos locales e institutos de las mujeres de los estados, para solicitarles un debate abierto que permita promover un tipo penal “objetivo”.

De igual modo, pedirán a la Comisión Nacional de Derechos Humanos que cumpla el compromiso de elaborar un diagnóstico del feminicidio en el país.

Teresa Incháustegui, presidenta de la Comisión Especial del Feminicidio de la Cámara de diputados, precisó que en México es necesario tener un tipo penal autónomo para sancionar el homicidio doloso de mujeres ya que no es un “asesinato simple”.

Se trata de un crimen “multiofensivo” pues en la mayoría de los casos los cuerpos presentan lesiones, evidencia de violencia sexual y se tiene registro de que las víctimas fueron privadas de su libertad.

Por ello, considerarlo como “homicidio calificado” por la alevosía, premeditación y ventaja, es insuficiente para poder sancionarlo. Se debe “englobar lo que significa asesinar a una mujer después de haber abusado de ella”, detalló Incháustegui.

Tan sólo durante 2010 se registraron más de mil 400 asesinatos de mujeres en 15 estados del país, de los cuales en el 70 por ciento se desconoce la causa del homicidio y el paradero del responsable, informó María de la Luz Estrada, coordinadora del OCNF, quien destacó la importancia de que en las reformas a los Códigos se estipule claramente como obligación para los estados, el registro de la violencia contra las mujeres, toda vez que actualmente la realización de esas estadísticas sólo es obligatoria para la Federación.

Patricia Bedolla, de la Academia Morelense de Derechos Humanos, organización que pertenece a la Campaña Nacional, refirió que deben eliminarse de los Códigos Penales conceptos como “asesinato por odio o misoginia”, pues estos quedan a valoración de los servidores públicos.

Dichos elementos “subjetivos”, sostuvo, no permiten la acreditación, por el contrario invisibilizan la problemática y permiten que los casos de feminicidio queden impunes, como ocurrió con la reciente tipificación del delito en el Estado de México.

Sobre el tema, en entrevista durante el Foro “Más Mujeres decidiendo por México”, Marcela Lagarde, presidenta de la Red Nacional por la Vida y la Libertad de las Mujeres, insistió en que el feminicidio implica abordar la discriminación contra las mujeres y la violencia de género, y tomar en cuenta situaciones que expresan y reproducen relaciones desiguales de poder y que perpetúan la subordinación y la exclusión de las mujeres en la vida política, civil, económica, social y cultural.

Para la antropóloga feminista es hora de realizar una discusión profunda sobre el tema toda vez que se están presentando iniciativas al respecto en varios estados del país.

Propuso que se instale una subcomisión de trabajo que analice tales iniciativas a fin de que las y los legisladores en las entidades “retome lo mejor” de cada una de ellas.

Además de promover la tipificación de este delito, la Campaña Nacional tiene por objetivo sensibilizar a la población en general acerca del feminicidio, sus causas y consecuencias, debido a la falta de reconocimiento de este delito entre la población.

Como parte de sus actividades, se realizarán foros en las distintas entidades federativas para visibilizar los obstáculos y beneficios de la tipificación del delito, entre otras acciones.

4.12.2011

Coloquio Estudios de Género sobre América Latina

CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — La violencia contra las mujeres en el Estado de México camina entre cifras de asesinatos al alza y el rechazo del Gobierno estatal por considerarla como un problema de feminicidio.

En los últimos seis años se duplicó el número de homicidios dolosos contra mujeres en el estado más poblado del país, de acuerdo a cifras de la Procuraduría General de Justicia estatal (PGJEM).
Mientras en 2005 se registraron 97 homicidios contra mujeres, para el 2010 el número de asesinatos había aumentado a 200, es decir 106% en cinco años, mientras que la población femenina sólo creció 8% en el mismo periodo.

La mitad de las muertes se registraron en los municipios de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca, Chimalhuacán, Naucalpan, Tultitlán e Ixtapaluca.

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2006 señala al Estado de México como la entidad del país donde más mujeres casadas o unidas reportaron sufrir violencia por parte de su pareja.
Los resultados de la encuesta, levantada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la más reciente disponible sobre violencia de género, arrojaron que 61 de cada 100 mujeres casadas en el Estado de México sufrían algún tipo de evento violento, cuando la media nacional era del 47 %

SIGUE ESTA NOTA. http://mexico.cnn.com/nacional/2011/02/01/feminicidios-en-el-estado-de-mexico-la-sombra-de-pena-nieto

2.12.2011

Pronunciamiento en el Evento del 14 de Febrero del INMUJERES


14 de febrero del 2010

¡A todas las mujeres que han vivido algún tipo de violencia!
¡A todas ellas que rompieron el silencio!
¡A las mujeres que siguen desaparecidas¡
¡A nuestras muertas que permanecen en la memoria!
¡A nuestras madres, hermanas, hijas y amigas!
¡A quienes decimos: basta a la violencia feminicida!

MUJER
Un ser que no acaba de ser.
No la remota rosa angelical que los poetas cantaron.
No la maldita bruja que los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada prostituta.
No la madre bendita.
No la obligada a ser buena.
No la marchita y burlada solterona.
No la que debe decir siempre que sí.
No la que vive porque la dejan vivir.
Un ser que trata de saber quién es
y empieza a existir.

Alaíde Foppa,poeta guatemalteca.

Actualmente México se encuentra entre los primeros países de los mayores altos índices de
feminicidios en América Latina. El concepto de feminicidio aún parece carecer de validez jurídica, sólo reduciéndolo a una categoría política que diversas organizaciones han reivindicado desde diversas luchas, incluyendo la feminista, por ser producto de un fenómeno de cultura discriminatoria y de misoginia, en una palabra: patriarcal.
La violencia feminicida es definida como la forma de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos privados y públicos, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y de otras formas de muerte violenta de mujeres. Existen dos formas de caracterizar a los feminicidios:
1) Culpabilizar a la víctima.- Las mujeres asesinadas son culpabilizadas como parte de un
pensamiento machista, el cual las acusa de haber provocado su propia muerte y que reafirma: ella lo provocó.
2) La territorialidad del sexo del cuerpo femenino.- El cual sustenta el uso de propiedad del cuerpo de las mujeres, entendido como el control de las emociones desde el ámbito sexual, restringido al uso de la pareja. Entender que los actos de violencia contra las mujeres no pueden concebirse como crímenes pasionales significa establecer el estatus necesario de estos actos, no de otra forma, sino como asesinatos.
Es un error pensar que por el hecho de ser feministas estamos más allá de la violencia; por el contrario,  las mujeres que rompen con los roles tradicionales son precisamente las que están enfrente y en el escenario de peligro, pues se trata de un conflicto y confrontación concreta dado que la mujer se ha salido del control masculino y que reta con su propia autonomía las formas tradicionales del patriarcado.
En tal sentido manifestamos explícitamente nuestra sororidad con la lucha en contra del feminicidio:

• Repudiamos todas las formas de violencia hacia las mujeres, en especial la violencia feminicida.
• Estamos contra la discriminación y la desigualdad de que son objeto las mujeres, contra aquello que las vulnera y las coloca en situaciones de riesgo.
• En contra de la falta de acceso a la justicia para las mujeres.
• Basta de insensibilidad y desprecio ante los miles de casos de mujeres asesinadas y desaparecidas a lo largo y ancho del país. La mayoría de los casos siguen sin resolver.
• Reivindicamos los derechos humanos de las mujeres que hasta la fecha se relegan a segundo término.
• Pedimos respeto y seguridad para todas las mujeres que se encuentran en la lucha por sus derechos y por las que exigen justicia para sus hijas, madres, hermanas, amigas, maestras, alumnas, compañeras, vecinas, y congéneres.
• La principal violencia con la que debemos acabar es la que existe entre nosotras.
• Dejémonos de competitividades y construyamos nuevas rutas que nos conduzcan a la verdadera liberación de nuestro género.
• Invitemos a los otros hombres a ser parte de la búsqueda de la armonía y la equidad. La libertad ni la justicia tiene género.
• Aprendamos nuevas formas de amar y de ser amadas, empezando por nosotras mismas, con valor y con respeto.
• Cultivemos y compartamos esta sororidad con nuestros seres queridos: amistades, familiares, conocid@s y desconocid@s.
• Ahora sí vamos a encontrar los cuerpos desaparecidos de todas aquellas que fueron víctimas del feminicidio.
• Con perseverancia todo se puede, nuestras muertas no estarán en el olvido, permanecerán en el corazón y en las venas de cada una de nosotras que, como hoy, las recordamos, las buscamos y añoramos pero, sobre todo, que buscamos evitar el feminicido.
• ¡Protestamos enérgicamente en contra de un gobierno impune, sordo, ciego y manco!
• En contra de un país que ha naturalizado la violencia y que sólo cuenta media historia: que siempre ha invisibilizado a sus mujeres.
•¡ Dejémonos de violencia, construyamos y aprendamos del amor y la justicia, que a final de cuentas es lo único que realmente nos libera!
• ¡No vivamos en el encierro, alcemos sin miedo la bandera púrpura!

Atte.

GIF - Grupo Interdisciplinario Feminista

Pensamientos feministas

"Escuchando la tierra...
Escuchando a la mujer que está tejiendo en su razai [frazada] mundos de sabiduría; creando nuevos significados, nuevas metáforas, manteniendo a las niñas abrigadas, haciendo visibles las profundidades de las viejas sabidurías.
Escuchando la canción del viento..."

La Corte de las Mujeres, Chiapas, Méx.
Vientos del sur: hacia un nuevo paradigma político (C. Kumar, 2008)